domingo, 3 de mayo de 2015

sábado, 25 de abril de 2015

Realidad

A cada vuelta del tambor de la lavadora, el mundo empequeñecía. Andrea estaba de pie, sentado, mirándose la nuca. A la vuelta número 137 se giró y, mirándose a los ojos desde arriba, se dijo: “Sabes que eso no es una lavadora, ¿no?”. Aquello le pilló desprevenido, su voz sonaba rarísima, y se puso a observar la supuesta lavadora más detenidamente. Poco a poco fue comprendiendo que tenía razón, aquello no era una lavadora. Pero si no era una lavadora, ¿qué era?

La enfermera entró en la habitación 137 y, como cada mañana, encontró al interno a diez centímetros de la cómoda, observándola con absoluta concentración.

sábado, 11 de abril de 2015

Glacial

Corazón de piedra, máscara de hielo. Había aprendido esa habilidad tiempo atrás, aunque solo la había tenido que usar en dos ocasiones. Ella seguía hablando, o al menos movía los labios como si lo hiciera. Al cabo de unos instantes, se dio cuenta de que la chica se había abalanzado sobre su hombro y se había puesto a llorar. El muchacho hizo un gesto con los hombros como de indiferencia, aunque quizá solo quisiera zafarse. Después, con una actitud impasible, se dio la vuelta y se fue.

lunes, 6 de octubre de 2014

Prólogo (Ahora)

La muerte es lo único que da sentido a la vida. Siempre he tenido esa opinión, pero es ahora cuando comprendo que no podía ser más acertada. Ahora, después de todo lo que he vivido en apenas unos meses, después de toda la gente que he visto morir, después de todas las Verdades que me han sido reveladas...
Me enciendo un cigarrillo, asumiendo que va a ser el último, y le doy una larga calada mientras me preparo para la siguiente etapa de mi existencia. Mientras me preparo para morir.

jueves, 2 de octubre de 2014

Caída al Oscuro

Tic. Tac. Tic. Tac. El muchacho estaba tumbado en la cama casi sin respirar. Cualquiera diría que estaba muerto, y casi lo estaba. A decir verdad, en unas horas yacería inerte, pero el tiempo transcurría lento. Tic. Tac. Tic. Tac. Sabía que había cometido el mayor error de su vida y que iba a pagar por ello. En realidad, eso no le importaba. Ese había sido su objetivo, alejarse de todo y de todos, huir como un cobarde, pensando sólo en él. Tic. Tac. Tic. Tac. Ese había sido el problema, pensar sólo en él. Aunque no era del todo cierto, pues también había pensado en ella. Había pensado que se había vuelto inmune después de todo. Había manipulado la realidad a su antojo, eso se le daba bien, pero esa era la última. Estaba decidido a redimirse al precio que fuera. Tic. Tac. Tic. Tac. Ahora ella estaba cayendo y en poco tiempo estaría ahí abajo, como la última vez. Él se había quedado en un pequeño saliente, como si hubiese vuelto al Mundo Tangible. Pero sabía por experiencia que no iba a durar mucho, que en cualquier momento volvería el dolor, se rompería por dentro en mil pedazos y caería de nuevo al Oscuro. Tic. Tac. Tic. Tac. Y llegó.

jueves, 6 de febrero de 2014

¿Has vuelto a escribir?

Vienen y me preguntan:
¿has vuelto a escribir?
Y respondo:
canciones no.
Se van desilusionados.
Yo pensaba que cuando
dejara de escribir canciones, estaría
más ilusionado.
Pero estas poesías
que escribo por las noches
son casi peores.

sábado, 1 de febrero de 2014

Sin nadie

Te despiertas en el sofá de un colega, aún algo fumado, con la boca seca y la sensación de que todo es una mierda. Y lo es. Aún quedan dos chavales sobados en la habitación, pero no les dices nada, simplemente coges tus cosas, te lías un cigarrillo y sales de ahí. Ya en la calle el frío te acaricia la cara, y lo agradeces. Al fin y al cabo. Enciendes tu cigarrillo y comienzas a andar, pero no vas a tu casa. Prefieres subir al monte y sentarte en una piedra. Y pensar, y fumar. Y fumar, y pensar.

...

Llevas todo el día con esa habitual sensación de incomodidad, de intranquilidad, gritándote al oído. Es posible que se te haya olvidado el por qué, pero en tu interior lo sabes. Sabes perfectamente qué ocurre en las horas siguientes a ese cambio a primer plano de esa extraña sensación. Cuando el susurro se convierte en grito.

...

Lo odias. Todo. Odias absolutamente todas las cosas que existen. Estás asqueado, tienes ganas de colgarte de un árbol, o de pegarle una paliza a alguien. Ahora lo entiendes, y odias entenderlo. Recuerdas las primeras veces que te viste en esta situación. Y, entonces, te das cuenta de que ahora estás solo.